VANGUARDIA
Proponiendo anarquía...

-Hacia la libertad-
"La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de
gentes que sí se conocen pero que no se masacran" PAUL VALERY
"Ni paz que
nos oprima, ni guerra que nos destruya"
"El miedo a la libertad crea el
orgullo de ser esclavo"
"Quiero seguir siendo este hombre imposible, ya que
todos los que hoy son posibles ya cambiaron" BAKUNIN
"Ha caído la máscara
odiosa, el hombre queda sin su cetro: libre, sin coerciones, hombre igualitario,
sin clase, sin tribu, sin nación, exento de toda casta, culto, orden. Señor de
si mismo, justo, noble, sabio..." SHELLEY
"La fuerza, cuando está
administrada por el Estado se llama "derecho", y cuando está administrada por el
individuo se llama "delito"." MAX STIRNER
"El origen del Estado y su razón
de ser estriba en el hecho de que trabaja en favor de las minorías y en contra
de las mayorías" KROPOTKIN
"Ni lucha entre pueblos, ni paz entre
clases"
DEFINICIÓN DE ANARQUISMO
>Doctrina social, política y filosófica, que preconiza y
exalta la libertad del individuo y propugna la abolición del Estado y de
cualquier otra forma de gobierno, en pro del establecimiento de una sociedad de
hombres libres y justos, regida por las leyes naturales y el orden espontáneo.
Acracia y anarquía son sinónimos de anarquismo
CARACTERÍSTICAS DEL ANARQUISMO
1.- FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA Y DEL HOMBRE
El anarquismo parte de la creencia en la bondad,
inteligencia y libertad humana, cualidades inherentes al individuo y que
caracterizan su existencia, dando sentido en medio de la evolución anárquica de
la naturaleza o "materia", de la que es parte. Ninguna de estas cualidades se
darían si existiera una entidad superior que, mediante cualquier medio,
subordinara al individuo, por lo que el anarquismo no discute o niega la
existencia de Dios, sino que, simplemente, la ignora.
2.- NEGACIÓN DE TODA AUTORIDAD
La existencia de ese poder estatal
conduce a una imposición, pues no es posible limitar el Poder; por eso, el
rechazo a la institucionalización del Estado y a toda autoridad alcanza a la
"aun salida del sufragio universal, convencidos de que no podría nunca sino
volverse en provecho de una minoría dominante y explotadora contra los intereses
de la inmensa mayoría sojuzgada" (Mijail Bakunin)
Esta es una de las ideas-motor del anarquismo: la negación de la
virtualidad de la democracia; ésta sigue siendo una autoridad, no de la mayoría,
sino la de los representantes de esa mayoría, políticos hombres de gobierno que
acaban vinculados a intereses ajenos a los comunitarios. Esta negación de toda
autoridad alcanzó a fórmulas que gozaban de una aceptación amplia en otras
teorías socialistas, como la democracia directa o el recurso a los gobiernos
revolucionarios; ambas eran condenadas por conducir invariablemente a la
constitución de un Estado y, aun en nombre de la revolución, el poder de ese
Estado tendería a ser ilimitado y acabaría conduciendo no a la libertad si no al
despotismo.
3.- REVOLUCIÓN SOCIAL, NO POLÍTICA
La negación de toda autoridad y régimen, incluida la democracia,
tuvo dos consecuencias directas. La primera, la condena de todos los partidos
políticos, incluidos aquellos que se autodefinían como proletarios, pues su
dinámica interna acababa siendo jerárquica, su actuación no conducía a otra cosa
que la conquista del Poder y, en todo caso, su mera existencia reforzaba el
mecanismo del Estado. A nivel organizativo, esta condena hizo que el anarquismo
nunca se articulara en partidos políticos, preconizando el asociacionismo que ya
en el siglo XX se plasmaría en la organización de sindicatos.
La segunda consecuencia fue la conformación de un ideal de
revolución social que rehuía de toda actuación política: las perspectivas
anarquistas de revolución social participaban inicialmente de la concepción
común en la I Internacional: la emancipación de los trabajadores debía ser obra
de los propios trabajadores. Las diferencias estribaban en la concepción de esta
categoría como "masas populares", no como "clase" obrera, cuya actuación debe
conducir a la auto-organización: de ahí las propuestas de cooperativismo,
sindicalismo y la apertura de las "bolsas de trabajo".
4.- LA ACCIÓN DIRECTA
A
nivel general, una de las manifestaciones más influyentes del anarquismo en la
política internacional de finales del siglo XIX y principios del XX fue el uso
de los que los pensadores anarquistas llamaron la acción directa: la violencia
como arma de transformación sociopolítica. El antiindividualismo innato en las
propuestas de los más importantes pensadores anarquistas, que identificaban el
anarquismo como un movimiento popular que reacciona contra la imposición de la
élite, hace que se justifique la espontaneidad primaria, instintiva, que no
desprecia lo que combate o rechaza sino que lo odia. Es en este contexto donde
hay que insertar la acción directa, en especial su más sobresaliente
manifestación: el uso de la violencia.
En los
autores clásicos del movimiento anarquista no hay ningún llamamiento a la
violencia, aunque no la descarten movidos por considerarla como una
manifestación más de la naturaleza y como un medio de actuación popular en la
revolución social. Sin embargo, el anarquismo del último cuarto del siglo XIX y
principios del XX llegó a deificar del uso de la violencia, entendida como un
absoluto que se legitimaba a sí misma. Este pensamiento llegó a ser dogmatizado
en obras como el Catecismo de un revolucionario de Netchaiev, que bajo el
pretexto de plantear un "anarquismo libertario" (o anarquismo político), en la
práctica promueven todo tipo de actos ilegales o subversivos cualquiera que sea
su objetivo.
EL PENSAMIENTO ANARQUISTA Y SU EVOLUCIÓN
Como otras doctrinas sociales, el anarquismo hunde sus
raíces en autores clásicos, pero no sería hasta la publicación de Investigación
sobre la justicia política (1793) de William Godwin (1756-1836) cuando
apareciera el cuerpo doctrinal básico del anarquismo. Aun sin nominarlo como
tal, Godwin criticaba el egoísmo que se escondía tras la propiedad privada y la
coacción, basada en el ejercicio de la fuerza inherente a todo Estado; para él
"el mejor gobierno era el que no gobierna" y, en consecuencia, el Estado debía
ser sustituido y en su lugar formarse pacíficamente una sociedad de iguales que
distribuyera los bienes materiales entre todos los hombres.
El segundo pensador que aportó bases doctrinales al
anarquismo, sin encuadrarse totalmente en esa ideología, fue Pierre Joseph
Proudhon (1809-1865) que en su obra ¿Qué es la propiedad? (1840) condenaba toda
transacción económica por intereses de beneficio, la persistencia de la
propiedad ("toda propiedad es un robo") y la organización sociopolítica en
Estados ("los gobiernos son la maldición de Dios"). Preconizaba la organización
del mutualismo proyectado a través de bancos cooperativos y no lucrativos que
permitieran inversiones con créditos sin el cobro de intereses. A nivel
organizativo, estaba en contra de toda orquestación grupal o partidaria, ni
siquiera sindical, y se pronunciaba en contra de la violencia.
Quien más adelante llevó su compromiso con el
cooperativismo fue el socialista británico Robert Owen, quien en 1825 fundó en
Estados unidos la colonia Nueva Armonía, aunque la experiencia acabó
fracasando.
Basados en el pensamiento de los anteriores autores,
quien acabaron consolidando sobre bases doctrinales sólidas el anarquismo fueron
Bakunin y Kropotkin, que fueron más allá de los aspectos políticos y trataron de
fundar una filosofía de la naturaleza y una ciencia globalizadora de la vida
humana.
Mijail Bakunin (1814-1876) quiso dar al movimiento
anarquista un contenido científico (Dios y el Estado), de igual forma que en esa
época Marx lo estaba dando al socialismo, al mismo tiempo que sentaba las bases
de su articulación social y su actuación política.
Por su parte, el príncipe Piotr Kropotkin (1824-1921)
partió del análisis del instinto de las especies animales a la asociación (El
apoyo mutuo) hasta llegar a la fundamentación de un nuevo sistema social
igualitario y sin instituciones autoritarias (La conquista del pan). Kropotkin,
físico notable, en La ciencia moderna y la anarquía enunció la ley de la materia
en perpetua y libre evolución ; la anarquía de esa evolución era la ley de las
cosas, mas no se podía imponer sobre ellas, sino que era su ser mismo ("La
anarquía es la tendencia natural del universo, la federación es el orden de los
átomos").
El ser humano es simplemente un elemento de esa materia
en evolución-anarquía, pero inteligente, lo que hace que su historia sea una
"negación progresiva de la animalidad del hombre por su naturaleza". La primera
consecuencia extraída de estos planteamientos es la completa ausencia de
cualquier deidad sobrehumana; la inexistencia de Dios no es necesario probarla,
ni siquiera su identidad es negada, sencillamente es ignorada al ser imposible
una subordinación del ser del individuo ("Si Dios existiera habría que hacerlo
desaparecer" -Bakunin-). La segunda consecuencia es el rechazo a toda
legislación, autoridad o influencia privilegiada, en especial la
institucionalizada en el Estado.
Sin embargo, más que por estos posicionamientos, Bakunin
y Kropotkin son tenidos como los principales teóricos del anarquismo por su
sentido organizativo y por haber dado al anarquismo una voluntad de movimiento
de masas y de operatividad política. El concepto que los distingue de todos los
anteriores pensadores anarquistas fue el de acción directa, entendida como la
legitimación de cualquier medio, incluida la violencia, para conseguir la
desaparición del Estado y la propiedad privada de los medios de
producción.
Aunque se cometieron numerosas aberraciones, la actuación
anarquista que ellos propusieron era una cosa muy distinta de la practicada
confusamente por los numerosos "héroes" terroristas de entresiglos. Tras la
oleada de represión internacional del movimiento proletario que siguió a la
caída de la Comuna de París (1871) el anarquismo fue una manifestación de la
irrupción de amplias masas populares que vieron cortadas los escasos medios de
manifestación política y, sobre todo, de transformación de las condiciones
sociales a que eran sometidos por una sistema capitalista que reforzaba sus
importancia y mejoraba sus beneficios a costa de mantener en la pobreza a los
trabajadores.
El anarquismo hizo participar masivamente a un creciente
proletariado, llamado a situarse en masa fuera de una ley que no compartía. Sin
embargo, fue el abandono de parte de su aversión a cualquier tipo de
institucionalización y la participación en el sindicalismo lo que permitió que
el anarquismo no se viera condenado a una línea de estéril destrucción.
La última década del siglo XIX estuvio agitada por las
actuaciones violentas anarquistas. Dada su organización clandestina o alegal y
convencidos de que la línea pacífica nunca podría movilizar a las masas hacia el
triunfo de una revolución social, optaron por la propaganda mediante el hecho,
es decir, la acción directa.
Los gobiernos no entendieron la actuación anarquista como
un conflicto político sino como un tema de seguridad interna, cuando no como
mera delincuencia. Por ello, se desató una fuerte represión sobre los colectivos
anarquistas, lo que, lejos de paliar el problema, hacía realidad la visión
negativa del panorama político occidental, donde se estaban llevando a cabo
transformaciones democratizadoras y se generalizaba el sufragio universal. La
actuación violenta subversiva era contestada como la reacción violenta represiva
que, a su vez, se legitimaba por ella. Víctimas de este círculo vicioso violento
fueron centenares de personas: empresarios, sindicalistas católicos y hombres de
estado, por parte anarquista, mientras que obreros y dirigentes anarquistas lo
fueron por parte de la policía y por parte de los llamados Sindicatos Amarillos,
organizados para combatirlos.
Las actuaciones violentas que más alcance tuvieron fueron
las bombas arrojas en el Palais Bourbon y en el Liceo de Barcelona (1893) y los
asesinatos de Sadi Carnot, presidente de la república francesa (1894), Cánovas
del Castillo, presidente del gobierno español (1897), la emperatriz Isabel de
Austria (1898), el rey Humberto de Italia (1900) y las decenas de atentados
sobre importantes personalidades políticas de toda Europa que, aunque no
lograron los sangrientos objetivos pretendidos, consiguieron desatar un
creciente temor generalizado.
No todos los anarquistas apoyaron estas actuaciones y
fueron, precisamente, estos elementos contrarios a la práctica terrorista
quienes consiguieron sacar al anarquismo del estéril callejón sin salida al que
los condenaba la violencia. Desde principios del siglo fue evolucionando tanto
la doctrina anarquista como, principalmente, el criterio organizativo del
movimiento. El cambio más significativo fue la decisión de apoyar la acción
política de otros grupos obreros y centrar la actuación anarquista en el campo
estrictamente sindical, lo que dio origen al anarcosindicalismo.
El triunfo de la Revolución Rusa hizo que los sectores
proletarios radicales, que en su mayor parte conformaba la base del
anarcosindicalismo, fueran abandonándolo al identificarse con el comunismo,
promovido por la alternativa revolucionaria materializada en el estado
soviético. A partir de ese momento, el sindicalismo anarquista perdió gran
parte de su fuerza: en el único país que persistió con la trascendencia anterior
fue en España, donde se mantuvo como el primer sindicato obrero y, a pesar de la
represión sufrida durante la dictadura de Primo de Rivera, tuvo una actuación
importante en la República y la guerra civil.
Tras la segunda guerra mundial el anarquismo había
perdido totalmente la importancia que había tenido en el ámbito obrero en las
últimas décadas del siglo XIX y primer tercio del XX. Los grupos obreros
anarquistas quedaron reducidos a pequeñas minorías testimoniales; sin embargo,
su ideario fue recogido por núcleos intelectuales y universitarios que
reactualizaron el pensamiento libertario, poniendo de manifiesto su cualidad de
oposición a la sociedad de consumo y las prácticas economicistas operativas
tanto en las sociedades occidentales en desarrollo como en los países del
"socialismo real".
El desencanto con la política
de la URSS y la aparición del movimiento universitario de protesta en los años
sesenta permitió un resurgimiento de la simpatía hacia el anarquismo. Este
resurgimiento no sólo recobró el espíritu libertario sino que llegó a sus
extremos más dramáticos con la vuelta la acción directa, a cuya teoría inicial
se sumó la práctica de la guerrilla urbana: grupos radicales como Baader-Meinhof
en Alemania y las Brigadas Rojas en Italia participaron de estos
planteamientos.
MI OPINIÓN:
Introducción:
El anarquismo es una doctrina política que se opone a cualquier
clase de jerarquía, tanto si se ha consolidado por la tradición o el consenso
como si se ha impuesto de forma coactiva. Los anarquistas creen que el mayor
logro de la humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y
actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o sobrenatural,
por lo que es básico abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o
secta organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía
de los hombres y la esclavitud económica.
El
anarquismo es probablemente la corriente política sobre la que se han dicho
mayor cantidad de estupideces. En realidad, no tiene nada que ver con creer en
el caos, la muerte y la destrucción. Los anarquistas no van por ahí cargados de
bombas ni les parece ninguna virtud ir avasallando viejecitas. El anarquismo es
el orden social y moral éticamente más justo para mí. La Anrquía no es un
dogma ni una idea cerrada, todo lo contrario, se aspira a conseguir el máximo
desarrollo de la humanidad (tanto social, científico, económico....) basándose
en la libertad.
No es accidental que la
siniestra imagen del anarquista loco haya cobrado tanta aceptación. El Estado,
la prensa y todo tipo de instituciones autoritarias utilizan todos los medios a
su disposición para presentar la anarquía como un estado impensable de caos y
asesinato. Poco podemos esperar de los "traficantes" de poder que, por otra
parte, poco poder tendrían en sus manos si nos saliéramos con la nuestra.
Necesitan creer en lo esencial de su autoridad y su obediencia para
autojustificar sus crímenes. La TV, la prensa y la industria cinematográfica
predican la obediencia, y si la anarquía es mencionada, aparece como destrucción
descerebrada.
La mencionada necesidad de
autoridad está tan arraigada en la mente del ciudadano medio, que la anarquía,
que simplemente significa "falta de gobierno", resulta impensable para la
mayoría de la gente. La misma gente, por otra parte, admite que los reglamentos,
regulaciones, impuestos, intromisiones y abusos de poder (por nombrar algunos)
son como mínimo irritantes. Por lo general se piensa que no hay más remedio que
aguantar en silencio porque la alternativa de "falta de poder, de autoridad y
todo el mundo haciendo su propia voluntad" sería horrible. Sería la
anarquía.
Sin embargo existe una variedad
ilimitada de sociedades posibles sin Estado, y no todas ellas serían
desagradables. ¡Todo lo contrario! Cualquier tipo de sociedad anarquista nos
ahorraría las terribles distorsiones que produce el estado. La "parte negativa"
del anarquismo, es decir, la abolición del Estado, se verá equilibrada por la
aparición de una sociedad libre y de libre cooperación.
Hay varios tipos de anarquismo, y sus ideas difieren respecto a la
organización de una nueva sociedad. Todos tienen en común que el estado deber
ser sustituido por una sociedad sin clases y sin violencia (fuerza restrictiva,
represión). Es precisamente debido a nuestra creencia en la libertad que nos
negamos a establecer pautas muy cerradas. Sólo ofrecemos modelos posibles que se
apoyan en la evidencia del día a día. De hecho la sociedad anarquista ya ha
existido históricamente e hizo falta nada menos que un asesinato en masa para
detenerla.
Muy poca gente parece entender el
anarquismo pese a que es una idea muy sencilla y clara. Básicamente quiere decir
"dirigir nuestras vidas en lugar de que nos manipulen".
Otro error típico de aquellos que saben algo más sobre el tema, es
pensar que el anarquismo es una bella utopía, una idea hermosa pero
impracticable. De hecho, el movimiento anarquista tiene un largo recorrido
histórico y no surgió de teóricos encerrados en sus torres de marfil sino
directamente de la lucha por la supervivencia de masas de gente corriente y
oprimida. La anarquía siempre ha sido intensamente práctica en sus pretensiones
y en su forma de hacer las cosas. El movimiento ha estado muy cerca de abrazar
el éxito en varias ocasiones. Si realmente es tan de todo punto inviable,
¿por qué se empeña el Estado en exterminar la anarquía?: MUY SENCILLO, PORQUE LE
DA MIEDO EL HECHO DE QUE LA GENTE PUEDA ORGANIZARSE LIBREMENTE, PENSAR Y ACTUAR
POR SI MISMA SIN NINGÚN TIPO DE COACCIÓN. ESO SUPONDRÍA EL PRINCIPIO DEL FIN DEL
ESTADO Y DE LAS CLASES SOCIALES QUE LO DIRIGEN (LOS GRANDES
CAPITALISTAS).
La autoridad, por su propia naturaleza, sólo puede
interferir e imponer cosas. Seguro que la gente corriente puede imaginarse
alguna forma de organización que impida al Estado la destrucción de sus hogares
para construir bloques vacíos de oficinas. Es un principio básico del anarquismo
que sólo aquellas personas que viven en una determinada zona tienen derecho a
decidir sobre su organización, y sobre los asuntos que conciernen a esa
zona.
Todo el caos, a nuestro parecer, deriva de
la autoridad y del Estado. Sin clases dirigentes y su necesidad de
mantenernos esclavizados no habría Estado. Sin Estado nos encontraríamos en
situación de organizarnos libremente según nuestros propios fines. No creemos
que pudiéramos dar pie a una sociedad tan caótica como ésta en la que nos ha
tocado vivir. La libre organización resultaría en una sociedad mucho más
tranquila y equilibrada que la actual.
Típicos argumentos contra el anarquismo:
(y algunas ideas al respecto)
A menudo nos preguntan cómo una sociedad anarquista
trataría a los asesinos. ¿Quién los pararía sin policía? La mayor parte de los
asesinatos son crímenes pasionales y por tanto ni la policía ni nadie los puede
prevenir. Esperamos, sin embargo, que en una sociedad más cuerda y menos
frustrante no habrá tanta criminalidad.
Nuestros
gobernantes dicen protegernos a los unos de los otros. En realidad sólo quieren
protegerse a sí mismos y a su propiedad. Si nosotros, como miembros de una
comunidad local, fuéramos dueños de todos los recursos y los colectivizáramos,
sería absurdo robar. Un importante motivo delictivo desaparecería.
Estas comunidades necesitarían organizar algún medio con
que tratar a aquellos individuos que perjudicaran a los demás. En lugar de
varios miles de policías profesionales, todos nos protegeríamos mutuamente. Las
cárceles son un fracaso a la hora de mejorar o reformar a los presos. Los
vecinos de una comunidad, conociendo mejor las circunstancias personales de cada
cual, aportarían soluciones mejores y más adecuadas tanto para la víctima como
para el acusado
-Otra de las preguntas con las
que se ha tenido enfrentar el anarquismo durante años es -"¿Pero quién haría
todo el trabajo sucio?” Imaginamos que toda comunidad diseñaría un sistema
rotativo. ¿Qué tiene de imposible?
-Otra
pregunta: ¿y qué pasaría con aquél que se negara a trabajar? Se puede aplicar
presión social, por ejemplo, condenar al individuo en cuestión al ostracismo. En
casos drásticos la comunidad podría verse obligada a expulsar a alguien.
Sin embargo, la gente necesita trabajar. La gente tiene
una verdadera necesidad creativa. Nos podemos fijar por ejemplo en la cantidad
de gente que pasa horas arreglando su coche, o su moto, o cuidando su jardín,
haciendo prendas de vestir, creando música. Todas están actividades creativas
pueden ser muy entretenidas. A menudos se las considera aficiones más que
trabajo, pero es que se nos ha enseñado a considerar el trabajo un tormento que
no hay más remedio que aguantar.
En esta sociedad
el trabajo es efectivamente un tormento, y naturalmente lo odiamos. Eso no
quiere decir que seamos vagos por naturaleza sino que no nos gusta que nos
traten como si fuéramos máquinas, obligados a hacer un trabajo en su mayor parte
desprovisto de significado, para beneficio de otro. El trabajo no tiene porqué
ser así, y si estuviera controlado por la gente que lo desempeña, desde luego no
lo sería.
-Otro punto importante es señalar que
el desempleo es sólo un problema creado por el capitalismo. En un mundo más
razonable no habría paro. Todo el mundo tendría menos horas de trabajo porque
sólo se producirían los artículos necesarios. Si nos deshiciéramos de la
parásita clase dirigente, nos liberaríamos de gran parte de la presión económica
que nos obliga a trabajar.
LAS IDEAS LIBERTARIAS DE
BARCELONA:
Todos los trabajadores de
Barcelona durante la II República estaban organizados por sindicatos de
trabajadores del mismo gremio, subdivididos en grupos de trabajo. Cada grupo
tomaba sus propias decisiones en lo referente al trabajo día a día y nombraba a
un delegado que representaba sus puntos de vista en temas más generales
concernientes a toda la fábrica o incluso a toda la región.
Los delegados eran portavoces de las decisiones tomadas en
asamblea por todos los compañeros y el cargo de delegado se rotaba con
frecuencia. Podían ser revocados inmediatamente en caso de que no cumplieran con
el cometido de ser meros portavoces de la asamblea (principio de revocabilidad).
Esta es una buena muestra de los principios anarquistas de la libre federación
llevada a la práctica.
Pero ¿Una sociedad sin
Estado no estaría indefensa ante ataques exteriores? Volviendo a la pregunta,
una respuesta anarquista clásica es la de armar al pueblo. Las milicias
anarquistas españolas tuvieron un destacado papel en la guerra civil española a
pesar de la escasez de armamento, de la traición estalinista y de la
intervención de Alemania e Italia. El error fue dejarse integrar en el ejército
regular de la República. Una población armada sería difícil de subyugar. Yo creo
que la solución no es armar al pueblo salvo que fuera imprescindible, y que
mientras nuestros vecinos tengan ejército nosotros no nos podemos deshacer del
nuestro, ya que nos veríamos expuestos a que otros países nos quitaran la
libertad, nos invadieran... cosa que muchos estarían dispuestos a hacer antes de
que nuestras ideas se pusieran en práctica. En este caso lo podríamos reformar
profundamente, para apartar de él a determinados individuos (la mayoría) que
representan una amenaza a nuestro propósitos, así como suprimir las jerarquías y
sistemas de mando autoritarios, de esa forma y con mucho esfuerzo, cabe la
posibilidad de que el ejército a corto plazo defienda la libertad, cosa que por
el momento parece difícil. Después, abolir el ejército en un futuro en el que el
sistema anarquista se extienda por el mundo y nos permita alcanzar nuestros
propósitos.
Creemos que nosotros constituimos la
verdadera "amenaza nuclear". Los dirigentes norteamericanos probablemente nos
exterminarían antes que permitirnos vivir en libertad. Podríamos garantizarnos
un verdadero sistema de seguridad si nuestros contactos internacionales
evolucionaran hasta tal punto que los trabajadores de cada "país enemigo" fueran
capaces de impedir que sus dirigentes nos atacaran. Un claro ejemplo, son todas
las guerras ordenadas por las clases dirigentes para defender sus intereses
comerciales, económicos, políticos... donde mueren muchas personas inocentes por
culpa de unos cuantos gobernantes que durante esas guerras no se mueven de su
sillón argumentando defender la libertad, la democracia cuando realmente solo
defienden sus intereses y no los de “su pueblo”.
EL ANARQUISMO EN ACCIÓN:
Dentro del anarquismo hay muchas ideas diferentes pero
todas ellas están relacionadas. Hay sistemas completos de teoría política
anarquista denominados federalismo, mutualismo, individualismo, sindicalismo,
comunismo libertario, feminismo anarquista, situacionismo, etc.
Los debates entre las distintas ramas del anarquismo se han
sucedido durante mucho tiempo y son demasiado complejos para exponerlos en un
trabajo no muy extenso.
Sin embargo, si pensamos
en términos de lo que el anarquismo dice que hay de hacerse ahora, resulta que
hay muchos puntos en común entre todas las ramas. Cada corriente enfatiza la
importancia de la acción en un área determinada de la vida.
Pensar de forma independiente es la única manera de ser
libre.
La Confederación Nacional del Trabajo
(CNT):
Organización anarcosindicalista española, fundada
en Barcelona, en 1910. Esta formación nació con el objetivo de constituir una
fuerza relevante opositora al sindicato mayoritario, la Unión General de
Trabajadores (UGT). En 1923, tras la implantación de la dictadura de Miguel
Primo de Rivera, la CNT entró en la clandestinidad, desestructurada y dividida
internamente a causa de la presión ejercida por el ala radical de la Federación
Anarquista Ibérica (FAI). Su actividad en este periodo estuvo marcada por la
participación en varias confabulaciones dirigidas a terminar con el
régimen.
Con la llegada de la II República, el número de
afiliados a la Confederación se incrementó espectacularmente, llegando a
contabilizarse hasta 1.200.000 militantes. En 1931 tuvo lugar el Congreso
Extraordinario de Madrid, en el que se organizaron las Federaciones nacionales
de industria, se planteó la puesta en práctica de una reforma agraria que
expropiara los latifundios y concediera su usufructo a los campesinos, y se
debatió la aceptación o no de las Cortes republicanas
Como consecuencia de las duras represalias que el
gobierno de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) puso en
práctica contra los obreros sublevados, se formó la coalición del Frente Popular
y la CNT no aconsejó, en esta ocasión, la abstención de sus afiliados,
favoreciendo con ello en 1936 el triunfo electoral de la izquierda.
Al comenzar la Guerra Civil en 1936, la CNT, en
contra de sus ideas apolíticas y antiestatistas, participó en el gobierno
republicano y en el de la Generalitat (órgano de gobierno autónomo de Cataluña).
Los milicianos cenetistas consiguieron hacer frente a los sublevados en Cataluña
y en Aragón. En las zonas que controlaron, pusieron en marcha la revolución
social y realizaron colectivizaciones.
La derrota
republicana en el conflicto significó la muerte o el exilio para la mayoría de
los militantes, aunque la CNT continuó participando en la lucha contra el
general y dictador Francisco Franco, desde el movimiento obrero y desde la
guerrilla, hasta 1948
Tras la muerte de Franco (1975), en los años de
transición hacia la democracia, resurgió la CNT como central sindical.
Legalizada, junto al resto de los sindicatos, en 1977, postuló el comunismo
libertario y el sindicalismo revolucionario, manifestando su clara oposición a
la dictadura franquista pero sin situarse de forma nítida al lado de las
organizaciones defensoras de la democracia. En la actualidad, esta organización
existe formalmente, con un reducido número de afiliados, pero ha perdido su
capacidad de incidencia en la vida socio-política española, además de sufrir una
profunda escisión interna que la ha dividido en dos sindicatos distintos:
CNT-AIT y Confederación General del Trabajo (CGT).
Además de la CNT, existe otra organización anarquista con gran
historia y aún activa: la FAI (Federación Anarquista Ibérica)
Actuación a nivel Nacional:
Los anarquistas no suelen tener mucha influencia en
campañas a gran escala, en parte porque suelen están copados por cristianos,
liberales, diversos grupos de izquierda, etc. y a menudo las convierten en algo
tan “descafeinado” que ningún anarquista que se precie se acercaría a semejante
cuento. De hecho, vemos el sistema de liderazgo de estos grupos como una parte
importante del sistema, cuya función es la de controlar el movimiento de
protesta y canalizarlo hacia niveles inocuos.
Por
otra parte, muchos anarquistas creen que es positivo involucrarse en campañas
como CND (Campaña por el Desarme Nuclear), la Liga AntiFascista, el Frente de
Liberación Animal, etc. El argumento es que, gracias a esto, algunas personas
podrían llegar a conocer el anarquismo. Una presencia anarquista podría
favorecer este proceso. En algunos casos es recomendable que haya una presencia
anarquista en estas organizaciones para evitar la manipulación por parte de
ciertos grupos políticos bastante nocivos. A veces es incluso posible introducir
formas de funcionamiento anarquistas.
Acción y organización local:
La acción directa puede utilizarse para cambiar las
condiciones de casas, calles, colegios, hospitales y otras instalaciones.
Ejemplos de acciones: Si te hace falta una vivienda, ocupa una. Así desafías a
las autoridades y a la propiedad privada. La ocupación demuestra con eficacia la
absurda existencia de casas vacías a la vez que hay gente sin hogar. Por
desgracia, el prejuicio popular impide que la ocupación obtenga el apoyo
generalizado necesario para un cambio real.
Forma de coordinación:
En cada país existen federaciones de colectivos
libertarios, que de esta forma permanecen coordinados (por supuesto, de forma
no-autoritaria). Este modelo de organización ya se ha generalizado en otras
corrientes de la actividad política, como por ejemplo, en grupos de mujeres y en
algunas asociaciones de vecinos. Si el anarquismo crece, esperamos que aumente
esta forma de organización.
Libertad de expresión:
Nuestra creencia en la libertad nos lleva a exigir
libertad de expresión y libertad de prensa. Esto podrá sonar raro, como si se
tratara de una manifestación del s. XIX. Lo que quieren decir es que ellos
tienen esas libertades, los comunes mortales, y menos los "extremistas
peligrosos" como nosotros, no las tenemos. Podemos decir (casi) todo lo que
queramos, pero no en horas de máxima audiencia; podemos escribir lo que
queramos, pero ¿se publicará en la prensa oficial? A menos que tengamos una
verdadera oportunidad de que nos escuchen, la libertad de expresión poco
significa, y no les preocupa concedérnosla.
Debido a que los medios de comunicación están tan controlados por
una oligarquía que sabe muy bien de la importancia de su poder, hay pocas
probabilidades de que podamos difundir nuestras ideas a través de los medios
establecidos. Necesitamos encontrar alguna otra forma de difundir nuestras ideas
hasta que llegue el momento de que podamos apoderarnos de los medios de
comunicación.
Aunque estamos excluidos del
mercado de medios de comunicación para las masas, hay otras formas de transmitir
nuestras ideas.
Finalmente, la forma en que una
idea se comunica es casi tan importante como la idea en sí. Si permite o
promueve la participación de la gente para que ésta deje de ser una simple
audiencia y pueda expresarse por sí misma, es un desafío directo al sistema de
poder que necesita mantenernos dóciles.
Música:
La música rebelde o revolucionaria tiene una historia mucho más
antigua que la que los modernos jóvenes de hoy o los caducos hippies de ayer
puedan imaginar. Créase o no, muchas óperas giran en torno a temas
revolucionarios. En el s. XVIII, en la década de los 30, la posesión de un
instrumento musical en Inglaterra estaba prohibida para los estamentos sociales
más bajos, ya que los músicos errantes eran verdaderos agitadores del
descontento social.
Muchos anarquistas eligen la
música como medio de comunicación con la gente. Es una forma de actividad útil
para los anarquistas, y además es divertida. Por desgracia, mucha de la actual
música anarquista, ni es anarquista ni es música, pero hay alguna buena, y
alguna incluso muy buena.
La escuela y la educación:
Aunque los anarquistas desconfiaban en principio de la
institución escolar, los anarquistas tienen gran fe en el poder de la educación.
LA EDUCACIÓN HACE A LOS HOMBRES LIBRES Una de las mayores fuentes de
esperanza para un mundo mejor es que la próxima generación, con la ayuda
necesaria, crezca más libre que la anterior. Muchos dicen incluso que educar a
los niños para la libertad es la única esperanza real de crear una sociedad
anarquista.
Las escuelas, al entender de los
anarquistas se ocupan principalmente de seleccionar y dividir a los niños en
niveles para su futuro papel en una sociedad jerarquizada, y asegurarse de que
internalizan la competitividad, la jerarquía y el respeto a la autoridad. Este
sistema exige que la mayoría de los niños, y de los adultos, se sientan
inferiores. Los anarquistas pensamos que las pruebas académicas son una medida
insignificante respecto al potencial de una persona para jugar un papel
importante en la sociedad. El culto al experto profesional está diseñado para
destruir nuestra auto-estima en nuestras posibilidades y en nuestra capacidad de
juicio.
Los anarquistas nos oponemos al castigo
corporal y a todas las formas de obligación en la educación. La asistencia a
clase debería ser voluntaria. La obligatoriedad destruye el entusiasmo natural
por saber y comprender. La verdadera educación es lo contrario a la escuela
obligatoria, donde se aprende principalmente a temer y respetar la autoridad.
Necesitamos, en cambio, que nuestros hijos desarrollen una capacidad crítica
para entender el mundo, para ver los cambios que es necesario hacer para crear
un lugar mejor para todos, y ser capaces de llevar a cabo estos cambios.
Los anarquistas nos oponemos al adoctrinamiento
religioso en los colegios. El miedo y la superstición no tienen lugar en una
educación ética. La educación religiosa debería abolirse y sustitiurse por una
clase enfocada a discutir cuestiones morales y filosóficas basadas en la
preocupación y el respeto a los demás. La enseñanza religiosa en las escuelas es
parte de la represión ejercida por la iglesia contra los jóvenes, así se
aseguran, de que al menos los estudiantes de religión se crean lo que les
cuentan, asuman sus mentiras y muchos de ellos se conviertan en “títeres” de su
doctrina, de la derecha y no les causen problemas en el futuro "LA RELIGIÓN ES
EL OPIO DEL PUEBLO". YA ESTA BIEN DE SOLUCIONES MÁGICAS E IRREALES, LOS
PROBLEMAS NO SE SOLUCIONAN REZANDO; LO QUE NO SABEMOS (QUE SON MUCHAS COSAS) HAY
QUE INVESTIGARLO DE FORMA RACIONAL Y NUNCA ACUDIR A CAUSAS MÁGICAS E
IRRACIONALES. Por otro lado se discrimina a los alumnos que se oponen a la
religión, obligándoles a permanecer más horas de las ya obligatorias es las
escuelas e institutos, y con materias (muchas veces promovidas por la iglesia),
carentes de contenidos, o cuando los tienen, se refieren a más religiones, por
lo que no se nos da opción a “pasar” definitivamente, del
tema.
Es una locura pensar que la educación actual sólo
consiste en pasar 1 año o más de nuestras vidas en colegios que nada tienen que
ver con el mundo exterior. Sería mucho más saludable para nuestra educación que
ésta integrara aspectos del trabajo cotidiano y la vida social. Así, las
habilidades de cada uno podrían ser reconocidas por la sociedad y utilizadas
para la educación de otros. Necesitamos destruir las líneas divisorias entre
trabajo, juego y educación. La educación debería estar disponible en cualquier
momento de nuestras vidas, en lugar de estar confinada arbitrariamente a esa
parte de la vida que pasamos en la escuela. Todos somos alumnos y profesores
potenciales, todos tenemos habilidades que desarrollar y que enseñar durante
toda nuestra vida.
Algunos anarquistas y otros
que comparten sus puntos de vista sobre la educación han llegado a la conclusión
de que en un futuro predecible, la mayoría de los niños asistirán a escuelas
estatales y, por tanto, han intentado cambiar estas escuelas desde dentro, así
como a los padres y profesores. En esto yo estoy de acuerdo y creo que si
queremos más libertad y mejor educación la solución es luchar por una educación
libre y completa, labor en la que debe colaborar todo la comunidad.
Es posible que el anarquismo sea hoy en día una
utopía, pero aunque lo fuera, sería la utopía más perfecta en la que los hombres
y las mujeres podrían vivir. Y aunque de momento estemos lejos, creo que sería
posible en un futuro mejor, vivir en paz, en libertad, en igualdad...,
en anarquía.
LAS UTOPÍAS SON UTOPÍAS HASTA QUE DEJAN DE
SERLO
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VANGUARDIA 2006